Por primera vez, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que catalogó la adicción a los videojuegos como una enfermedad mental. Esta nueva clasificación es utilizada especialmente por los profesionales de la salud. Entre los rasgos que distinguen a las personas con este trastorno, se distinguen tres: la falta de control sobre juego, la duración o el contexto y la continuación o intensificación del juego.