Como profesor, sabes lo que tienes que hacer para que la clase sea perfecta. Sabes las tareas que debes poner. Sabes las recomendaciones que deberías dar a los alumnos. Sabes lo que tienes que aportar para la formación de cada individuo. Sabes todo el material y el contenido que deberías ofrecer. Sabes cómo, cuando surge un momento pedagógicamente aprovechable, lo recibes con una sonrisa y sueltas todo para que crezca y florezca.