Durante mucho tiempo parecía evidente: la humanidad es cada vez más inteligente y su progreso es imparable. La investigación sobre la inteligencia lo confirmaba. Sin embargo, hace algunos años este avance vertiginoso se detuvo y los valores de coeficiente intelectual se estancaron. ¿A qué se debe?

El politólogo James Flynn, que vive en Nueva Zelanda, descubrió en 1984 que los valores de inteligencia medidos en numerosos países habían aumentado de forma constante desde principios del siglo XX. Es algo que se conoce como “efecto Flynn” y que se justificó por una mejor alimentación y atención médica, pero sobre todo, por un mayor acceso a la educación.

Sin embargo, poco después del cambio de milenio, estadistas noruegos descubrieron que el efecto Flynn ha desaparecido. Al contrario: desde entonces algunos países incluso han registrado valores de coeficiente intelectual ligeramente decrecientes. Hasta el día de hoy, a los investigadores les desconcierta una cuestión: ¿por qué nos estamos volviendo más tontos de nuevo?

Muchos neurobiólogos y psicólogos sospechan que la digitalización y los cambios en los medios de comunicación podrían tener un impacto negativo en los índices del coeficiente intelectual. Se ha demostrado que el aumento del tiempo que pasamos ante las pantallas y la disponibilidad constante a través de los teléfonos inteligentes reducen nuestra capacidad de concentración. Nuestro cerebro se vería desbordado. Por otro lado, también podrían tener un impacto en la inteligencia factores biológicos externos como el aumento exponencial de la producción de combustibles fósiles y el uso cotidiano de plástico.